Monday, January 23, 2012

LA OTRA CARA DE... MANTXU

Fui a Pamplona para investigar a Mantxu. Una vez allí coincidí con Astrocampanas (mi alter ego, según un señor del Rincón), el cual me identificó rápidamente como aragonés gracias a mi prominente mentón y una oveja que me había traído del pueblo para no sentir la soledad de la noche tan lejos de mi hogar. Un hacha el tío. Me pidió unas fruticas de Aragón, y un par de adoquines, más o menos lo que acabamos de pagar por Apoño. Se las di, siempre llevo encima un par de bolsas. Ya metido en faena, lo que averigüé sobre nuestro amigo me conmovió. Sabíamos de su nobleza, pero tanto alcanzaba esta palabra que terminé indagando por los barrios pamplonicas de alta alcurnia, no sin antes echarme unas corridas a lo largo de Estafeta, que me hacía ilusión, aunque sin toros y sin guiris borrachos no sea lo mismo. Ésta es su historia:

Hijo de un vizconde holandés, que decidió cambiar de aires, harto de los de Amsterdam, contaminados por el humo de cigarritos de la risa y señoritas que le saludaban tras un escaparate, y supuestamene practicante de artes oscuras. Hastiado también de la Eredivisie (la Liga Holandesa), con menos emoción que una competición de Curling en Benidorm, peregrinó a España en busca de mejor fútbol. Vivió una época de luz y de color como socio del Real Zaragoza. Nació Mantxu, comió, bebió y creció, con tan mala suerte que fue a parar de abonado en época de Agapito. Decidió que no quería vivir así, lo
s domingos eran tan deprimentes que se convertían en lunes, así que algo debía hacer al respecto. Marchó a Pamplona, acuciado por la esperanza de un fútbol mejor. Muchos creeréis que es un comportamiento absurdo, si reniegas del Real Zaragoza, como buen traidor, vas a Madrid o Barcelona, que además allí las teles pagan bien. Todo lo contrario. Mantxu tenía un sueño: fundir Zaragoza y Osasuna en un único y gran equipo. Confiaba en aunar lo mejor de cada uno. Ah, ¿pero tienen algo bueno?, rumiarán algunos… Por supuesto, no corren tiempos extraordinarios para estos dos equipos con solera, pero cuentan con aficionados de resuello alto e incondicionales. Para obtener un equipo competitivo, de Champions, y que conciliara aficiones tan rivales, Mantxu necesitaba un plan. Un buen plan. Vale, un milagro, por lo que recurrió a la herencia satánica de su padre para crear el Zarasuna (u Osagoza) de sus sueños:


En primer lugar haría falta un presidente. Mandaría él, claro, pero desde las sombras, que, como diría una artista “superstar”, mola mazo. Necesitaba un títere en funciones. Un Bandrés, vamos. Requeriría un buen capitán para este barco, alguien que jamás abandonara a su fiel tripulación… ¡Of course! ¡El capitán del Concordia! Capaz de caer en un bote salvavidas en mitad de una catástrofe (fijo que hacía “balconing” desde la Torre del Agua y caía en una piscina), sería un talismán para el Zarasuna. Se ganarían varios partidos en el minuto 95. Indispensable un entrenador de calidad, a poder ser de la casa. Ya está. Cruchaga. Es que si tiraba por alguno del Real Zaragoza recordaba la experiencia con Gay. No era cuestión de repetirlo. Lo malo, si breve, dos veces mejor. Además, Cruchaga ya había hecho sus pinitos como comentarista, de autónomo en el foro de Marca, y junto a un señor de t5, amigo de Clemente, que le miraba con ojos raros (luego descubrió que eran así). Hoy en día el oficio de charlatán es un aval, pues todo el mundo coincide en que para ser un buen entrenador no hace falta saber dirigir un equipo. Lo importante es contar trolas y poner las mejores excusas. Ya sólo restaban los jugadores. Era obvio: lo primero reforzar la defensa. Con la de ositos amorosos que sufría esa posición (los Sergio, Da Silva, y compañía) había que otorgarle contundencia. A nivel de asesinos. Mantxu quería asesoramiento, y por eso buscó al mejor: Jorge Mendes. Perro viejo, más lo primero que lo segundo, en este mundillo del fútbol. Tras venderle unas toallas de calidad a muy buen precio, le aconsejó sobre un chico, central portugués, que venía pisando fuerte. Su nombre, Pepe. Sólo tenía que cuidar un pequeño detalle: no darle de comer después de las 00.00 horas. Como segunda opción sólo tenía que recuperar a un gran central ex zaragocista: Pablo Alfaro. Reputado traumatólogo (pues provocaba traumas en los rivales, de ambos tipos). Para la delantera, amigos suyos le habían propuesto revistas especializadas: Penthouse, Playboy… Qué cachondos. Bueno, completaría su prodigiosa y excepcional formación con jugadores portugueses, del barrio de Mendes, que éste le había sugerido. Y de regalo se llevaba un par de estupendos albornoces.

Magnífico, completado el Zarasuna, ya sólo restaba encontrar un medio de comunicación que atendiera a su proyecto, que estuviera interesado en darle voz, y hacerse eco en el mundo entero. Quizás fuera mejor empezar poco a poco, por algo con menos repercusión mediática, pero de firmes convicciones. Tal vez un blog de la casa, zaragocista, por ejemplo. Un blog de confianza, donde la gente pasara las horas muertas, leyendo las noticias de actualidad, y charlando entre amigos. A Mantxu un nombre se le vino de repente a la cabeza… no, lo cierto es que no conocía nada parecido. Por un instante contempló su obra. Y comprendió todo. ¡Vaya engendro del demonio! Lo mejor era dejar las cosas como estaban. Dos equipos, dos vecinos, que enfrentarían dispares rachas a lo largo de su existencia, pero que siempre gozarían de lo más importante: la emoción de un derbi sin fin. Despertó de un sueño, pero es lo bueno que tiene esto… que después puedes volver a dormir un ratito más.

Para el próximo capítulo os he reservado al zaragocista entre los zaragocistas: La otra cara de ZARAGOZONREAL.

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