Sunday, January 29, 2012

LA OTRA CARA DE... ZARAGOZÓN


Todos somos buenos zaragocistas. Desde los tíos que crean un blog para hablar del Real Zaragoza, pasando por Celtic G, que se caga en Agapito y sus muñecos, hasta los que entramos diariamente al mismo para leer noticias acerca de nuestro equipo. Nos gusta el Zaragoza. Qué le vamos a hacer. Aunque terminemos cualquier lunes leyendo los perversos y freudianos relatos de Neriox, que son como una patada en los cataplines, pero aun con todo duelen menos que la crónica de la pachanga del domingo. Todos. Sí. Pero si para nosotros el Reyal es una afición que le quita el sueño a Algován y me jode las apuestas deportivas, hay una persona para quien ser del Real Zaragoza es una filosofía de vida: nuestro Zaragozón. No confundir con el indeseable que entra para decir que le endiñaremos siete al Madrid, por el cual mutó en Zaragozonreal. Mas yo lo conocí como Zaragozón, y como tal morirá en estas líneas. Quiero narraros tanta pasión zaragocista, la cual he comprobado día y noche vigilándole, más de noche que de día; el “fiestas” éste me ha tenido la semana entera sin dormir.

Zaragozón se despierta cada mañana con el himno del Real Zaragoza (hasta la parte de “aúpa”, no se levanta), se quita la equipación blanquiazul que usa a modo de pijama, sustituyéndola por una impecable camisa blanca, pantalón vaquero y corbata índigo, se prepara el desayuno, leche sola, con un chorrito de Blue Tropic, y se lava los dientes con pasta de Colgate (sí, ésa que tiene unas rayitas azules, que dicen que es flúor, pero yo no me lo creo). Complemento final es su insignia de oro (del moro) y diamantes (de los de antes), pin del escudo que luce fiel y orgulloso, superpuesto a otro escudo, éste tatuado a fuego en el corazón, tras quitarse uno que ya tenía para ponerse el gato, para volver nuevamente al León (lo que le dolió, sólo Dios lo sabe). Si es día laboral, coge su llavero con el escudo del equipo y arranca su coche tuneado al estilo avispa, con una divertida pegatina que luce al lado de la luz de freno el lema “Agapito, no me toques el pito, que me irrito”. Ya en su puesto de trabajo, comenta con sus compañeros todo lo referente a la actualidad del club, o sea, lamentan esta directiva entre insulto y bocado al donut.


Si queda en casa, discurre el día entre televisión, radio, prensa deportiva, e Internet, donde o bien pasa el rato acribillando centollos en el foro de Marca, ora visita el blog de El Rincón, en compañía de su mujer y su gato, aunque, puestos a tener un felino en casa, él prefería u
n león (rampante, a poder ser, lo suyo le costó enseñar al gato a andar a dos patas). Si tiene que ver otro partido donde no jueguen los blanquillos del León… él va con el árbitro. Tan abrumadoramente leal a su Real es este chico, que cuenta la leyenda una vez una barba con señor, conocida como Chuck Norris, osó mofarse del Zaragoza, diciendo que la Recopa era un título menor. Zaragozón le obligó a ir a un concierto de los Village People. Pensaréis que no es para tanto, a Chuck le encanta ese grupo… Tuvo que ir depilado. Otras lenguas, algo más viperinas, lo cotejan como el Robin de Fatuito en su lucha contra los mariscos del Atlántico. Mas nunca le vi con el calzoncillo por fuera y leotardos azules (si acaso unos rosas). Tanto amor a unos colores tenía que relacionarse de una manera más directa con el equipo: de ahí que naciera la Peña Zaragozona, con nuestro jefe a la cabeza.


Pronto adquirió la friolera de un centenar de socios, que aullaban como lobos, y animaban como mil tifosi. Los Ligallo, El Colectivo… todos querían ser como ellos. Su aliento no tenía fin, aunque nos estuvieran clavando una manita. Las aficiones rivales se contagiaban de sus alegres cánticos e ingeniosas rimas (p.e. “ay cómo goza el Zaragoza, cómo goza”), mandaban callar a los Ultra Sur y Boixos Nois, y hasta los contendientes parecían relajarse, hipnotizados por el frenético ritmo que imponían desde la parte de la grada donde se ubicaran. Inagotable, la Peña Zaragozona se desplazaba en todos los encuentros del Real Zaragoza, allá donde fueren. Hacían más kilómetros que Willy Fog con Ryanair, o Del Nido para escapar de la trena, y creaban tanta expectación que ahora el programa de deportes de la Cuatro nos dedicaba 5 minutos semanales, y Marca nos empezó a tratar de Real Zaragoza. Como señores. Y Zaragozón, inventor de la “Agapitada”, era el motor de tanto espectáculo. Nombró miembros honoríficos a buena parte de la cantera blanquiazul: Zapater, Herrera hijo (el padre lo admiraba en secreto), Cani y Goni (no confundir con Tani y Choni). Popularizó el nombre del club por Europa y parte del extranjero (hasta los chinos nos querían comprar partidos). Ya nadie decía “Saragosa”. Hacía del fútbol un deporte de honor, en tal modo que hasta Pepe y Alves querían ser de mayores como él. Así es Zaragozón. Grande de España. Grande del Ebro.

Creemos que de aquí a un futuro no muy lejano Agapito tendrá una reunión con el amigo Zaragozón. De rodillas, le pedirá perdón por tanto mal infligido al zaragocismo, y arrepentido le propondrá la venta del club inmediata a quien mejor le parezca. Nuestros equipos de escucha camuflados en su despacho, y el topo que tenemos infiltrado (algo más guapete que Ramos), así nos lo confirman. Salud y larga vida al Real Zaragoza.

Como he agotado el repertorio de voluntarios (tontines ;P), salvo que Daiser, Tirson, Zaragocista1932, o cualquier otro, se pronuncien al respecto, creo que ya va siendo hora de revelar el terrible pasado del zaragocista más siniestro de todos, descubriréis (id pillando palomitas)… la otra cara de Neriox.

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