Monday, January 9, 2012

LA OTRA CARA DE... RINODEXA Y REMOLAINS


¿Sabíais que Rino y Remo son dos grandes amigos? Pero de los buenos. De los que no dudan en darse un abrazo cuando la ocasión lo requiere, o en ir cogidos de la mano a La Romareda. Sí, queridos lectores, son amigos… y zaragocistas. Ahora están tristes, como cuando a Pin y Pon los separaron de sus padres y los llevaron a centros de acogida diferentes, o como cuando a Barbie y a Ken se les pinchó el preservativo y Barbie terminó dando a luz a un Playmóvil. También lo pasaron muy mal Batman y Robin aquella vez que en Gotham aprobaron una ley en contra de las parejas homosexuales, pero al menos pudieron seguir vistiendo leotardos. En el fondo, ellos lo saben, son un poco más como Bob Esponja y Patricio.

El porqué de tanta melancolía resulta evidente. Rino y Remo llegaron a vivir una Romareda espectacular, con el campo rebosante de fieles gargantas que no cesaban en cantar, animar, y vitorear a su glorioso equipo. Eran otros tiempos. El presente, por el contrario, resulta tan oscuro y desolador como pasar una noche de alcoba con la bruja Lola. Cada fin de semana de partido, este par de acólitos de la religión blanquiazul sienten el mismo dolor que un hierro candente penetrándoles en… la oreja. Muy doloroso. Claro que ahora caigo en que de Rino y Remo sólo sabemos que son dos íntimos amigos de amistad inquebrantable, y es de justicia que profundicemos algo más en otros de sus aspectos. Es de ley (aprobada hace dos días; era de esperar que los del Congreso terminaran perdiendo el norte). Comenzaremos con cualquiera de los dos…

Rino es de esas personas que se hacen querer: inteligente, buen conversador, muy afectivo y sentimental, que no sensiblero. Un tipo de los que lloran cuando ven un rosado amanecer rompiendo el cielo en un horizonte lejano, tras el mar. En definitiva, buena gente. Le llaman Rino, cariñosamente, porque en sus tiempos mozos, no ha mucho, fue lateral derecho del Escalerillas, una futura promesa en alza, que galopaba la banda como un rinoceronte loco. Cuando aprendió que además de correr la banda podía hacerlo con el balón… era invencible. Varios ojeadores de importantes equipos aragoneses se fijaron en él, entre ellos el equipo de sus amores: el Real Zaragoza. Sólo que cuando empezó a notar que estos le hacían morritos desestimó cualquier opción de traspaso. Un penalti truncó su carrera, cortando de raíz su meteórico progreso. Malditos niños, cuando menos te los esperas lo mismo te nacen que te piden la paga. Le quedó el consuelo de que, al menos, no terminó en el Real Zaragoza de ahora, supliendo a un tal… Juárez.

Remo, por el contrario, es un machote. Su apodo encierra también un significado acorde a su hobby más absorbente: el deporte del remo. Su piragua es su mayor pasión, sólo igualada por momentos por algún trasero imponente y bien formado de los muchos que
dejan admirar su contoneo en las instalaciones de su club, Helios, siendo rara la mañana en que no va a navegar unas cuantas millas con su querida Lola: la piragua. Tiene unos brazos imponentes, y unos trapecios dignos de admiración, causantes de furor y secreciones salivales entre un amplio sector de las féminas. Pero aunque Remo las desee con toda su fuerza, fuerza que yaciera escondida, latente tras sus gayumbos salpicados con dibujos de Homer Simpson, él sabe que se debe a su amistad con Rino, amistad que no va a permitir se vea enturbiada por cualquier pécora en busca de unos cuantos kilos de carne fresca. Si quieren un buen solomillo, que busquen un restaurante.


¿Cuándo surgió este cariño sano, y sin doble lectura, entre esta atípica pareja? Se sabe que el destino los unió, como no podía ser de otra forma, en un emocionante partido de nuestro Real Zaragoza, en el que acabaron fundidos en un tierno abrazo sin conocerse de nada. Muchas son las leyendas que os puedo contar sobre cómo sucedió exactamente. Y qué más da. Lo realmente importante es que desde entonces se forjó un vínculo irrompible, una pareja que iba a ser tan mítica como en su tiempo lo fueron otras grandes parejas: Epi y Blas, Simon & Garfunkel, Fortunata y Jacinta, Mortadelo y Filemón, o Albano y Romina. Por citar algunas de las más famosas y representativas en el mundo conocido, y en aquel otro planeta cercano a Saturno, que no recuerdo cómo se llama. ¡Larga vida a Rino y Remo!

Para la semana que viene os he reservado un clásico… ¡a FATUITO! Algo os puedo adelantar… no, no es de Huesca, leñe (lo mismo sí de Chiquitistán).

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